No hay exploración mas importante y transcendental que la de nuestra propia mente, nuestro propio ser.
Superar barreras mentales, superar la disonancia cognitiva de la cual sufrimos en el momento de ser presentados con evidencias que van en contra de nuestros dogmas, en contra de creencias o concepciones de nosotros mismos, las cuales creíamos eran ideas indiscutibles, infalibles. Ideas plantadas en nuestro subconsciente desde el momento de nacer, quizás desde el momento de concepción.
En el homo sapiens es muy natural esto, somos una especie animal con estructuras sociales muy complejas, y dependemos de estas estructuras para realizarnos como personas.
El historiador y autor, Yuval Noah Harari expresa en su libro, “Sapiens: de animales a dioses”, que esta clase de adoctrinamiento se lleva a cabo durante años, algo muy específico al homo sapiens, a diferencia de otras especies. Un gatito a las pocas semanas de nacer puede buscar comida; un potro puede trotar poco después de su nacimiento. Esta peculiaridad humana, entre muchas otras, a contribuido de manera significante a nuestras extraordinarias habilidades sociales como tanto a los problemas sociales, únicos entre especies. Criar niños requiere ayuda constante, una madre sola no se le sería fácil buscar comida y sustentar a sus hijos adecuadamente a la misma vez. Se necesita la colaboración de familiares o miembros de la comunidad. Esto favoreció enormemente nuestra capacidad de formar vínculos sociales fuertes. Aparte de esto, el homo sapiens nace con un cerebro subdesarrollado que se presta fácilmente para se moldeado, educado o manipulado a ciertas “especificaciones”. Nuestro cerebro al nacer es como un vidrio recién fundido en un horno, fácil de manejar y moldear con mucha libertad. Es por esto que es fácil educar desde jóvenes a los niños para ser cristianos o budistas, socialistas o capitalistas, para amar la guerra o la paz.
No obstante, en la vida adulta también existe esta capacidad de educación y aprendizaje. Se pueden cambiar dogmas a los cuales fuimos sometidos desde temprana edad, no será fácil, en muchos casos se puede producir una disonancia cognitiva, la cual puede revolcar nuestros sentidos, nuestro ser. Hay ciertos pensamientos que con el tiempo y el descubrimiento de nuevas evidencias pueden empezar a producir contradicciones dentro de nuestro cerebro. Dejar esos pensamientos se nos hace difícil, hay un cierto comfort en ellos y la disonancia es tan grande que decidimos ignorar el subconsciente.
Durante los primeros años de vida, el cerebro esta en un proceso de neurogenesis, se esta formando y este proceso sigue hasta edad adulta, donde ya el proceso de neurogenesis esta a niveles casi indetectables. Factores ambientales como el ejercicio físico, estrés y el consumo de antidepresivos, también han mostrado efectos significativos en la neurogenesis. Todo esto influyendo sobre nuestra manera de pensar, neuronas conectadas y asimiladas a nuestras vidas.
Esta exploración de nuestra realidad cognitiva puede parecer sin medida o efecto, sin propósito, pero en si, es una exploración de el por qué llegamos a ser quienes somos. El individuo independiente que muchas veces pensamos que somos, suele ser mas que una pequeña y delicada ilusión, frágil como la primera capa de hielo sobre un lago a principios de invierno. Nuestra realidad es fabricada para nosotros, tenemos un filtro mental puesto desde que nacemos, que bien tiene su uso práctico durante nuestros primeros años, pero, al paso puede crear barreras.
Es de suma importancia ser lo suficientemente libres e independientes de pensamiento para poder analizar estas contradicciones que se pueden producir en nuestra forma de pensar o ver el mundo. Profundizar nuestro pensamientos, analizar nuestro procesos mentales y apreciar el hecho de que muchas de nuestras doctrinas intocables si son maleables, si se pueden cambiar.
Estamos cuestionando lo que fue establecidos para nosotros, todos los esquemas y maneras de pensar. No es olvidar lo aprendido, si no extender nuestros conocimientos y ampliar nuestra cultura con presencias nuevas y renovadas.
Introducir ideas nuevas con mayor transcendencia e importancia para nuestras vidas puede ser la diferencia entre libertad de pensamiento pleno o permanecer con una especie de yeso sobre nuestro pensar.